Tras el final de la Guerra Civil Española, las fuerzas armadas del bando vencedor intentaron actualizar el conjunto de sus recursos militares, que habían sobrevivido a conflicto. En materia de medios blindados y artilleros se pusieron en marcha toda una serie de programas de reconversión y modernización, de entre los más destacados se encontraban la conversión de los cañones de asalto StuG III en vehículos de artillería autopropulsada con el montaje de distintos tipos de piezas de 88 mm, 105 mm y 122 mm. Finalmente fueron abandonados en la década de 1950 con la llegada del más moderno y abundante material de origen norteamericano.
La España de 1939, salió de su devastadora guerra civil con sus recursos humanos y económicos agotados y su capacidad productiva casi completamente destruida. Esta situación no permitió a España participar en la Segunda Guerra mundial por lo que se declaró inicialmente como "no beligerante", aunque la afinidad del régimen de Franco con las potencias de Eje hizo que su colaboración se materializara en el envío de una unidad de voluntarios (División Azul) a combatir en el Frente Este, junto con el suministro de estratégicos recursos naturales como el Wolframio. El desarrollo posterior de la guerra hizo cambiar la postura oficial del régimen español a la neutralidad, aún así permaneció asilado políticamente de la mayoría de los estados, por lo que tuvo que emprender una política de autoabastecimiento o "autarquía".
Las fuerzas armadas españolas que terminaron el conflicto fueron parcialmente desmovilizadas y reorganizadas, apreciándose un gran desgaste y obsolescencia en el material y un gran agotamiento en la moral combativa de las tropas.
Los medios blindados con los que contaba España en la inmediata posguerra consistían en 665 vehículos de todo tipo. Los blindados de ruedas (principalmente unos 80 Chevrolet 37, BA-6 y UNL 35 ex-republicanos) fueron distribuidos entre las unidades del Arma de Caballería. Respecto a los medios sobre cadenas, fueron repartidos en unidades de infantería y a partir de 1943 (como consecuencia de la observación del desarrollo de los acontecimientos europeos) se agruparon en la recién constituida 1ª División Blindada. El parque sobre cadenas estaba compuesto por los carros ligeros Pz-I (de 84 a 93 ejemplares de procedencia alemana) y L-3/33 (de 60 a 90 de procedencia italiana) y por los carros medios T-26 (de entre 116 y 150 de origen republicano). Estos últimos eran los únicos merecedores de la designación de carro de combate y para comienzos de la Segunda Guerra Mundial estaban obsoletos y muy desgastados. Respecto a los BT-5 supervivientes, se desconoce su destino final. Ninguno fue incorporado al ejército español de posguerra, pero se especula con que se emplearon para reponer con sus componentes las torres de los T-26 operativos.
Para paliar estas carencias, se trató de poner en marcha distintos proyectos de modernización o de desarrollo de modelos propios (como el carro de combate Verdeja), pero sobretodo se trató de realizar compras en el exterior y el único país al que podían dirigirse era Alemania (por considerar que disponía de una mayor tecnología y capacidad industrial que Italia). El 15 de marzo de 1943, el gobierno español envió a Berlín una delegación de la Comisión Extraordinaria para Material de Guerra para negociar la adquisición de material militar bajo la denominación de Programa Bär (Oso). Tras arduas negociaciones se llegó a un acuerdo en agosto de 1943 para la adquisición de un amplio lote de material militar y patentes que abarcaba desde aviones, navíos, artillería, munición, carros de combate, etc.
Es relevante destacar para el tema de este artículos, que entre los materiales entregados, y que más adelante detallaremos, se encontraban 20 carros de combate Panzer IV Ausf. H, Sd.Kfz.161/2 y 10 cañones de asalto Sturmgeschütz III Ausf. G (StuG III), Sd.Kfz. 142/1.
De la misma forma que la llegada a España del Panzer IV en diciembre de 1943 (con su cañón KwK 40 L/80 de 75 mm, su coraza de 80 mm, 25 t. de peso, 42 km/h y su motor Maybach HL 120 de 300 CV) supuso un significativo salto cualitativo, aunque no cualitativo por su escaso número (se negociaron posteriores entregas de 33 y posteriormente otros 67 Pz IV que no pudieron prosperar por los desembarcos aliados en Francia) y pasaron a formar parte de la División Acorazada nº1, la entrega de los StuG III en 1944 (con un casco de Panzer III Ausf. M, un cañón Stuk 40 de 75 mm, 48 calibres de longitud y 24 t.) fue mucho menos trascendente. Estos blindados fueron asignados a la Escuela de Aplicación de Tiro de Artillería en Carabanchel (Madrid) - EATA.
El concepto de cañón de asalto era novedoso para el ejército español y parece haber existido serias dudas sobre su doctrina de empleo.
Entre 1944 y 1945, la Dirección General de Industria y Material como organismo dependiente del Ministerio del Ejercito promovió el desarrollo de distintos proyectos de artillería autopropulsada con piezas disponibles de 75 mm, 88 mm, 105 mm y 122 mm. De este modo pretendía actualizar la artillería española que era básicamente remolcada. Por ese motivo la EATA creó con estos vehículos una unidad experimental denominada "Batería de Asalto", que tenía por objeto de desarrollo de nuevos proyectos de artillería autopropulsada sobre chasis de blindados en servicio (como fue el caso previo del prototipo de artillería autopropulsada sobre el chasis del Carro de combate Verdeja o sobre el Carro de combate de infantería modelo 1937).
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Prototipo de cañón contracarro autopropulsado de 45 mm construido por la SECN en 1939, sobre el chasis del Carro de combate de infantería de 1937. Fuente: elgrancapitan.org (http://i.imgur.com/S8YtEF1.jpg) |
Durante el resto de la década de los años 40, los StuG III adolecieron sin una idea clara de su empleo. Este periodo discurrió entre desfiles de la "Victoria", maniobras o presentaciones, hasta que, a principios de los años 50, el Polígono de Experiencias del Ejército de Tierra de Carabanchel (aprovechando la experiencia adquirida con el prototipo ATP sobre el carro Verdeja) comenzó el diseño de un cañón autopropulsado sobre el chasis del cañón de asalto StuG III equipado con un Obús Reinosa de 105/26 mm R-43. Esta pieza era un obús de reciente incorporación (1943), fabricado en España por la Factoría Siderúrgica "La Naval" en Reinosa. El obús R-43 estaba inspirado en el obús alemán leichte Feld Haubitze 18 (leFH 18). Una batería de este arma había participado durante la Guerra Civil Española formando parte del contingente terrestre de la Legión Condor y una buena parte de su material pesado fue traspasado a las tropas nacionales tras su salida de España.
El modelo R-43 tenía un peso de 1.950 kg (en su versión remolcada) y podía disparar proyectiles rompedores modelo 1940 de 15 kg con un alcance máximo de 11.450 m.
Al parecer, la adaptación de este cañón tuvo dos configuraciones. En ambas versiones se eliminó la superestructura superior que cerraba la cámara de combate y fue sustituida por una casamata abierta en su parte superior y trasera, que protegía la pieza y su dotación. La diferencia estribaba en el sentido de la instalación del arma principal.
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Cañón autopropulsado Obús Reinosa 105/26 R-3 sobre StuG III (versión con cañón dispuesto a proa). Fuente: Tanks rarities (el autor)
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En la primera versión, el cañón y la casamata que se prolongaba hasta el comienzo de la cámara del motor, apuntaban hacia el sentido de la marcha. Al igual que el cañón inicial del StuG III, el nuevo obús se orientaba señalando hacia la proa.  |
Boceto de Obús autopropulsado de 105 mm sobre StuG III. (versión I), vista frontal y trasera. Fuente: elgrancapitan.org (http://i.imgur.com/HmLuaFG.jpg) |
Sabemos que el obús instalado tenía un ángulo de disparo vertical de 45 º y que el modelo definitivo presentaba una silueta aerodinámica que disminuía la posibilidad de ser alcanzado.
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Cañón autopropulsado Obús Reinosa 105/26 R-3 sobre StuG III (versión con cañón dispuesto a popa). Fuente: Tanks rarities (el autor) |
La segunda versión presentaba una solución inversa a la primera. El cañón se disponía mirando a popa (en sentido inverso a la marcha del vehículo) y la casamata también ocupaba el espacio de la cámara de combate hasta la cámara del motor. Conforme a los bocetos conservados, también disponían de una ametralladora apuntando hacia proa, cubriendo el lado trasero de la casamata. Está disposición permitía equilibrar la distribución del peso y evitaba la sobrecarga en proa de la versión anterior.
Desconocemos el número y funciones de la dotación. El obús R-43 remolcado tenía una dotación de 7 miembros (jefe de pieza, artillero, cargador, proveedor, sirviente de cierre, artificiero y suplente de artificiero). Especulo que las reducidas dimensiones del vehículo permitirían una dotación de 5-6 miembros que asumirían varias funciones (conductor, jefe de carro y pieza, artillero y 2 proveedores/cargadores).
En este punto de la historia, la información disponible comienza a ser más difusa y un tanto confusa. Parece ser, que de ambas versiones, se trató de materializar el primer modelo, construyéndose un prototipo en la Escuela de Aplicación y Tiro de Artillería, sobre uno de los StuG III al que se instaló un obús ficticio de madera para la evaluación de su vialidad, aunque nunca se instaló un arma real. No han transcendido datos de esta prueba pero el proyecto quedó paralizado y el prototipo quedó aparcado en el Polígono de Experiencias donde se le perdió la pista.  |
Cañón autopropulsado FlaK 36 L/56 de 88 mm sobre StuG III. Fuente: Tanks rarities (el autor) |
Los ingenieros españoles continuaron desarrollando proyectos para instalar armamento más potente sobre los cascos de los StuG III. El siguiente trabajo estudió la posibilidad de utilizar un cañón FlaK 36 L/56 de 88 mm. Se trataba de un cañón antiaéreo alemán, que también había demostrado una probada eficacia de fuego tenso en tierra, especialmente en su función anticarro. Se esperaba alcanzar una producción masiva y barata de este autopropulsado.
El Ejército Español de posguerra disponía de un importante número de estas piezas. La Legión Cóndor utilizó el FlaK 18 en un cantidad que oscilaba entre las 16 y 20 unidades (aunque otras fuentes la ascienden a 100 unidades), que posteriormente pasaron a manos españolas. Con el Programa Bär de 1943 se solicitaron 120 piezas, pero se entregaron 88 unidades de FlaK 36 (versión ampliada del FlaK 18 con mejoras específicas para el disparo a objetivos terrestres). Finalmente se produjo bajo licencia en la factoría de Trubia una versión local denominada FT-44, que aunaba cualidades de las versiones FlaK 18, 36 y 37, y alcanzó una producción de entre 226 - 250 unidades.
Este cañón antiaéreo y anticarro tenía un peso (versión remolcada) de 5.000 kg, podía dispara munición perforante, incendiaria y de alto poder explosivo con una cadencia de fuego de 15-20 disparos por minuto, a una distancia máxima de 10.600 (AA) y 15.000 (AT) y una velocidad de salida de 820-840 m/s.
Aunque muchas fuentes indican que este proyecto era un obús autopropulsado, en mi opinión se trata de un cazacarros similar a la familia Marder alemana, pues la instalación de este cañón de doble función dentro de una casamata fija dificulta en gran medida la realización del fuego antiaéreo. Finalmente el proyecto fue cancelado sin salir de las mesas de diseño..jpg) |
Cañón autopropulsado 122/ 46 sobre StuG III.
Fuente: Tanks rarities (el autor)
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Por último, y aprovechando la estructura de la casamata utilizada en el proyecto anterior, se estudió la posibilidad de instalar un cañón 122/46. Esta pieza era el cañón de campaña de 122 mm modelo 1931 (A-19) de origen soviético. A comienzos de la Operación Barbarroja, varios cientos de unidades de este arma cayeron en manos alemanas, pasando a denominarse K.390/1(r) 12,2 cm. Posteriormente 150 unidades llegaron a España como parte del material entregado por Alemania en el marco del Programa Bär. Finamente, este cañón causó tan buena sensación, que el Ejército Español ordenó la fabricación de 32 ejemplares más. Esta tarea fue llevada a cabo por la Fábrica de Armas Trubia sin licencia, planos o documentación técnica alguna.
El 122/46 tenía un peso de 7.100 kg, un alcance de 20.000 m y podía disparar munición perforante, alto explosivo/fragmentación, antihormigón y químicas, con una frecuencia de 3-4 disparos por minuto.
Observando los bocetos encontrados, se aprecia que esta instalación se hizo apuntando a popa y heredando una ametralladora en la parte trasera de una casamata abierta de distinta configuración a la del primer proyecto.
Existe desacuerdo sobre la forma en la que terminó el proyecto. En algunas fuentes, los dos últimos trabajos fueron cancelados sin salir de las mesas de diseño, pero para otras, el proyecto del 122/46 fue el que llegó a ser construido como prototipo.
Finalmente, todos los trabajos para desarrollar artillería autopropulsada propia fueron cancelados. En parte por la preferencia española para utilizar artillería remolcada, en parte por la llegada del moderno y abundante material militar norteamericano tras la firma de los Pactos de Madrid de 1953 (acuerdos hispano-norteamericanos de colaboración económica-militar).
La llegada de la ayuda militar norteamericana supuso la baja de los vehículos de origen alemán por considerarlos obsoletos y difíciles de mantener por la falta de repuestos.
La unidad de StuG III fue disuelta en 1954 y en 1965, un lote de 6 StuG III junto con 17 Pz IV fue vendido a Siria. Posteriormente, en 1967 fueron destruidos en los Altos del Golán durante la Guerra de los Seis Días, conservándose un ejemplar de Pz IV en el Museo de Latrún.
Como colofón a todas estas conversiones españolas sobre StuG III, en 1970 se creó en la Fábrica Nacional de la Marañosa un lanzacohetes balístico experimental autopropulsado para cohetes G1 de 381 mm, con media tonelada de peso y un alcance de 23 km.
Cómo indicamos, sólo se fabricó un prototipo de artillería autopropulsada y se perdió la pista de su destino, pero tras la baja de los blindados de origen germano, se han conservado cuatro ejemplares de StuG III expuestos en acuartelamientos y museos. Uno en el PCMASA 2 de Segovia (Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas Acorazados Nº 2), otro en la Base "San Jorge" de Zaragoza, un tercero restaurado y aparentemente operativo en el Museo militar de Cartagena (Murcia) y el último se encuentra en el MUMA (Museo de Medios Acorazados) de la Base "El Goloso" en Madrid.